Reforzarse o morir en el intento
Recién abierto el bar del Club Social y Deportivo Cuesta Abajo, y allí están, como siempre, junto a la mesa pegada a la ventana, Marquitos y el Manco charlando de todo un poco y muy poco de todo: “el problema de los clubes es que no se mantiene la base de un campeonato a otro”, “cambian todo como si fuera un Fen shoy o como se llame”, “los jugadores no son muebles, aunque alguno lo parezca”...
Marcos nos cuenta que Cuesta Abajo no tiene ese problema porque su situación es homónima: “Nosotros siempre mantenemos la base para el siguiente torneo. Hay veces que la mantenemos tanto, que los materiales se vuelven obsoletos. Habría que de vez en cuando traer algún pibe. Hace rato que no solo mantenemos la base de jugadores, sino también muebles, botines, empapelado y cualquier cosa que no sea perecedera”, aclara uno de los emblemas de la institución.
El equipo rara vez se refuerza y muchas veces las incorporaciones ‘refuerzan’ la Cuesta Abajo, literalmente.
“Con esto de la desaparición de los potreros, ya no salen pibes como antes. Ahora en lugar de potreros hay Cibers y los pibes salen cracks de los jueguitos”.
Mientras sigue hablando, aparece Paco (atiende el bar, cobra la cuota, se encarga de la utilería y lava la ropa) con unos aperitivos Terma y Cinzano, acompañados con dos platitos con fritas y maní.
El Manco, un poco más callado, se incorpora: “La última vez que tuvimos buenos refuerzos fue cuando le cedimos el vestuario a la municipalidad para vacunar a los críos del barrio. Refuerzos de BCG y Sabín, tuvimos”, afirma sin perder el humor.
Este señor que no pierde el humor, tampoco pierde de vista el fútbol profesional: “Igual los nombres no te garantizan nada. Mirá, salvo Independiente, en donde ya rindieron frutos, el resto todavía ni fu ni fa...”.
Y algo de razón tiene. Los equipos que, - al menos si de nombres hablamos -, mejor se reforzaron, todavía no mostraron nada diferente al resto. Y suena bastante lógico. Todo grupo con nuevos integrantes necesita tiempo y trabajo para conocerse y funcionar más ‘aceitado’, pero un equipo que cambia totalmente el plantel, necesita mucho más tiempo.
Generalmente, cuando termina una temporada, en la gran mayoría de los equipos se exigirá “que se vayan todos, que no quede ninguno”. Se tirará abajo la frase “mejor malo conocido que bueno por conocer” como si de un edificio en demolición se tratara, y siempre será mejor el jugador incorporado que el de la temporada anterior. Una vez cumplidas algunas fechas, casi como regla, se exigirá que vuelva el plantel del año anterior, que “estos son peores”, “tal o cual no era tan malo, al menos hacía algo”.
Puede ser un grave error dinamitar cada grupo formado y empezar a construir de cero, ya que muchas veces es bueno tener cimientos firmes o una “base”, para edificar con material nuevo. De cambiar todo, será casi un hecho que el equipo no se afianzará hasta después de transcurridas 5 o 6 fechas, y en un campeonato corto, 15 o 18 puntos son demasiado riesgo a correr.
El caso de Independiente no es tan extremo y si bien fue uno de los que más incorporaron, mantuvo algunos referentes. Los resultados se comenzaron a dar en base a las nuevas incorporaciones que generaron dividendos a partir del partido inicial; llámese Gioda, Germán Denis, “El Rengo” Díaz, más dos que volvieron: el Rolfi Montenegro y Orteman. “El resto de los equipos, ni pa’ espiar”, completa El Manco, que se siente un poco más esperanzado cuando recuerda que un Rengo es figura en Primera A.
Distinta es la situación de Huracán en la B Nacional, que de la mano de incorporaciones de renombre, entre ellos, Leo Díaz, Cristian Díaz, Barrientos, La vieja Moreno, Ubeda y unos cuantos más, sufrió durísimos traspiés.
En la B Metro, Tristán Suárez formó un Dream Team, con Ariel Jesús, Ércoli, Bazán Vera, Katip y Pepe Monje, pero marcha antepenúltimo con dos empates y dos derrotas.
Que decir de Dock Sud, en la C, con el Luigi Villalba, Bettoni, Flavio Dominguez y Bonifatti; o Colegiales, con Mancini, Artaza, Cameroni, Pablo Lopez o Mauricio Peralta. Ambos equipos están 17º y 13º en la tabla de posiciones. ¿Y el Atlas de Reality? ¿¿Con Yanello, Bianchi, Canseco?? Está a 5 equipos del fondo de la tabla.
“Lo ideal, es mantener una base y agregarle algunas incorporaciones. Ni mantener todo igual, ni cambiar el plantel completo”, redondea Paco, a la pasada.
“No tengo dudas que a la larga estos equipos van a dar pelea, pero ya regalaron 4 o 5 fechas, y son puntos que se lamentan al final”, dice Marquitos, para luego continuar “si cambiás a todo el plantel, jugás mal 4 o 5 fechas, no conformas a la gente que tampoco tiene mucha paciencia y si no vas primero se termina yendo el técnico”.
“Al final, el Bambino Veira era un iluminado cuando dijo “¡¡La Base ssstá!!”, y luego, ya que todo tiene que ver con todo, “ahora son todos atletas, antes comíamos un asado con vino y a las dos horas estábamos jugando un Clásico”.
Posiblemente no tenga que ver con el tema, pero el Manco es de los que cree que ESA frase debe estar en toda conversación.
Marquitos vuelve a tomar la palabra: “¡Ahora nadie se identifica con la camiseta!, te lo dice alguien que vistió la de Cuesta Abajo 25 años consecutivos. Con decirte que un día vine de traje y nadie me reconoció”.
El debate está abierto, La Base vs. Renovación total. Hay ejemplos que avalan ambas teorías. Independiente del Tolo Gallego, Campeón con un equipo casi nuevo. Vélez de Bianchi, Campeón en base a la perpetuidad del plantel. También hay Grises, como el Boca del Coco Basile o el River de Astrada y Díaz, Campeones con una combinación equilibrada entre ‘nuevos’ y ‘viejos’.
Justo cuando nos vamos despidiendo, Paco se acerca y nos tira su última frase: “La gente hoy día vive impaciente, quiere todo ya. No le gusta esperar...”, mientras se va a corriendo. Dos clientes lo miran medio mal.
Hace 5 minutos que esperan que los atiendan.
Sergio Simionato