miércoles, septiembre 27, 2006

Ranking Rústico


Tal vez sea producto del exceso de oferta de programas en cable que hablan sobre fútbol.

Ellos se presentan como la guardia jóven que sabe analizar detenidamente los misterios del balompié.

Hacen un seguimiento detenido del planteo táctico del nuevo Boca de Lavolpe.

Buscan antecedentes en los archivos, para hacer estadísticas en un deporte al que el gran Dante Panzeri definía como “dinámica de lo impensado”.

Destacan la tarea de algún jugador en particular (y si les regala la camiseta mucho mejor).

Pero al mismo tiempo, muestran el lado más hipócrita de la actualidad del periodismo deportivo en la Argentina.

Si bien no se visten con trajes impecables como los impresentables del canal deportivo competidor, vanaglorian ciertos aspectos del fútbol más que cuestionables.

En primer término, fue la aparición de un programa que resaltaba las actitudes más primitivas del hincha de fútbol: los cánticos insultantes y violentos hacia los equipos rivales, las amenazas eternas (“no existis”, “los vamos a matar”), las preguntas innecesarias (“qué hacés si te sale un hijo hincha de...”). Tal vez, el éxito incomprensible de ese programa se debió a que en esta era de realitys y de la necesidad desmedida de estar en la TV, les permitió a los anónimos de la tribuna tener sus 15 minutos de gloria.

Posteriormente, con su programa de los domingos a la medianoche, habían logrado una apuesta interesante al dedicarle a todos los partidos el mismo espacio (al contrario de lo que hace el programa clásico de los domingos), centrando la mirada sobre el juego. Pero con el correr del tiempo, el eje del programa se corrió hacia la búsqueda de la complicidad y el chiste fácil con los protagonistas. Incluso, llegando al paroxismo de establecer como figura emblemática a Mauro Laspada, un jugador extremadamente violento (recuerden la patada descalificadora a Palacio) y poco habilidoso con el balón en sus pies (a Laspada le sirvió, ya que terminó haciendo publicidades a pesar de que su carrera profesional se encuentra a la deriva en el Nacional B).

El éxito del programa de los domingos, llevó a la dupla a tener un programa diario. Repitiendo el esquema del programa de los domingos (aunque ahora podían obtener la complicidad de los jugadores en los entrenamientos), el programa se transformó en un reflejo absurdo y grotesco de lo que había comenzado siendo el programa originario. Y entre lo más destacado, está la sección que da título a esta nota: el ránking rústico. En este ránking no sólo se ven los pifies y errores de los jugadores, sino también las patadas más violentas de los partidos, recibiendo la correspondiente calificación (a mayor violencia, mayor puntaje). Completando la triste sección, una tabla de posiciones destaca a los más rústicos del fútbol nativo.

Un ejemplo más de que el fútbol argentino, no sólo atraviesa una seria crisis por culpa de una dirigencia corrupta y un periodismo funcional. Los nuevos periodistas, prefieren mirar para otro lado, no vaya a ser que pierdan “aire”.

Nicolás Quinteros

martes, septiembre 26, 2006

Sangrando por la Herida


“A verrr...” “Se está poniendo aburrido” “¿Cómo iba esto?” “Ese de ahí abajo ya me tiene ‘podrido’” “Con esto le doy un corte a este sufrimiento” “Después, señores, me lo van a agradecer” “Y que no se confunda. Esto no tiene nada que ver con broncas y frustraciones de la semana” “No señor. Hoy vine de buen humor” “¡Listo, lo decidí! La gente espera un justiciero y yo puedo dárselo” “Están esperando que actúe” “Además, lo hubieras pensado antes, cuando levantabas la bandera” “Sos un personaje público y por lo tanto, me perteneces” “Por carácter transitivo, hago lo que quiero con vos” “¡Por algo pagué la entrada!” “¡Si pagas la entrada tenes derecho a protestar, de la manera que sea!

Segundos después el juez de línea Horacio Herrero yace tendido en el límite entre el “dentro” y el “fuera” del campo de juego del Cementerio de los Elefantes, escenario ilustre y hogar del Club Colón de Santa Fé.

El agresor, completando la imagen grotesca, no solo no escapa, ni se escabulle entre el gentío, sino que vuelve a sentarse. Como un animal de sangre fría. Helada. Satisfecho con su puntería, como un empleado administrativo una vez que organizó el escritorio y ordenó la papelería. Con la satisfacción del deber cumplido. O quizá disfrutándolo como un niño en una kermese cualquiera, luego de haber derribado la pirámide de latas con una pelota hecha de lana. “Me llevo el martillo inflable. No. ¡Mejor el oso de peluche!”.

Para hacer más burda la escena, se puede apreciar que, el fácilmente identificable sujeto, pertenece a la platea del equipo local. O sea, de Colón. Se trataría de un dato menor, pero no lo es. En el momento de la agresión, Colón vence a Velez por 1 a 0. Pobre Colón, que le cuesta tanto ganar en este Apertura 2006, y encima un imbécil que se viste, que canta, que alienta, que putea, y que dice ser hincha del Sabalero, le pone palos en la rueda para que la tarea sea más ardua.

La introducción de este artículo, llena de pensamientos que pueden parecer ficticios y hasta humorísticos, no es más que una ‘copilación’ de muchas de las frases utilizadas por los “enemigos del fútbol” como justificativo para producir una conducta agresiva. Pensándolo así, no son tan divertidas, ¿no?

Continuando con el hecho, la imagen de TV nos muestra otro hincha de Colón que indignado por la acción, a punto de desencajarse, se aproxima al Elegido (Señor, guía mi mano con este encendedor...), y comienza a golpearlo entre dos asientos de platea, hasta que la ira y bronca son saciadas. Luego, la policía se hace presente, detiene al golpeado ‘francotirador’ y se lo lleva, platea arriba, mientras es escupido y golpeado por el resto de los hinchas que minutos atrás aplaudían la golpiza que le habían propinado.

Mientras tanto, la cámara nos muestra nuevos eventos en el propio campo de juego. Lo que allí veo es la continuación de lo que sucede en la tribuna. Un grupo compuesto por deportistas, jueces, periodistas, galenos y extraños, rodean al línea que permanece tumbado de lado con sangre emanando de su cabeza. Lo que observo ahora me preocupa aún más: Algunos jugadores y otros tantos periodistas preguntando si se puede continuar el encuentro (¡que mal acostumbrados estamos!). Pensar que a veces en broma, como folklore del fútbol se suele decir en estas situaciones: “Tapalo con un diario y seguimos”. Acá se quería seguir pero sin molestarse en taparlo. ¡Ni esfuerzo en el diario se hace!.

Fuera de la ironía, también se escucha “El juez está bien, puede seguir” “No es para tanto el golpe”. Podríamos seguir con más frases: “No está inconsciente”, o “no murió”, pero ya sería mucho. Saúl Laverni, juez del encuentro, decidió en forma acertada suspender el encuentro al instante. “¿Por qué?” le preguntaron. “¿Vos ves lo mismo que yo?”, cerró el juez. El jugador que reclamaba puso cara de “Si, veo lo mismo que vos, pero lo interpreto de manera distinta”.

Todo esto no solo sucedió en Colón-Velez. Esto se repite cada vez que cae algún protagonista del fútbol por culpa de un elemento contundente.

Luego, lo peor. Grupos de investigación, tratando de apreciar en Cámara Lenta y ¿por qué no? ‘Superlenta’, en que sector del cráneo dio la roca, botella, encendedor, moneda, etc. Como si fuera necesario probar que el jugador realmente fue golpeado. ¿Es necesario? Algunos creen que sí.

Me gustaría probar la teoría a través de un experimento. La única manera que esto se comprenda con lógica sería: Elegir una oficina (o cualquier establecimiento) al azar e instalar una cámara adentro. Pedirle a un grupo de ‘forajidos’ (si han ingerido drogas y alcohol, mucho mejor) que ingresen a dicho establecimiento con elementos contundentes. El paso tres sería una lluvia de elementos por encima de la cabeza de cada integrante de la oficina. Entonces, a partir de ahora, los empleados deberán hacer caso omiso a los proyectiles, continuando con su trabajo como si nada ocurriese. En el caso que alguno de ellos sea alcanzado por uno de elementos voladores, no podrá negarse a continuar trabajando a menos que se pruebe que sus facultades están realmente reducidas y no puede rendir de la misma manera. Mientras tanto, estando este empleado en el piso, el resto deberá dudar de los síntomas del herido. Para finalizar, un conjunto de personas se sentará a ver el video, no para identificar al malviviente sino para apreciar si el empleado ha exagerado la agresión. De ser así, se le descontará del sueldo el tiempo perdido por la supuesta ‘actuación’.

¿Es claro el ejemplo?

Ya se ha visto algo así. Se ha sancionado a Bazán Vera, en ese momento jugador de Unión de Santa Fé, por fingir haber sido impactado por un baldosón que surcó el aire a centímetros de su cabeza. Recuerdo este caso por ser el más reciente. Pero no fue el único. Hubo algunos más.

Siempre atacando el mal MENOR y obviando el mal MAYOR. ¿Es posible que sea más grave el agredido fingiendo que la propia agresión, aún cuando ni siquiera acierte el objetivo?. ¡Le lanzó una piedra! “Pero no le pegó”, ¡¡pero quiso romperle la cabeza!! “Pero no lo logró”.

Esperemos que de una vez por todas, el próximo proyectil, sirva para “abrirle la cabeza” a los encargados de bregar por un Deporte en Paz.

Sergio Simionato

martes, septiembre 19, 2006

Tiempo compartido



“¿Y ahora?¿Quién se baña primero?”.

Convivir no es fácil. Requiere de predisposición, flexibilidad. Saber perder un poco de libertad, de eso se trata. Por lo tanto, se busca compartir con un ser por el que se tiene un aprecio especial, por el que se harían los esfuerzos nombrados.

“¿Quién usa el baño primero?”, se suele preguntar y repreguntar.

Es como un tiempo compartido. “Seguro que me toca una semana en temporada baja, posiblemente en Junio. Siempre termino perdiendo, ¿quién me manda a embarcarme en ésta?”. Imaginen que si es difícil compartir con un persona por la que se siente más que un simple ‘querer’, mucho más difícil es hacerlo con su antagónico desde siempre.

Esa idea se le cruzó por la cabeza al Tío Mauricio. Al presidente de Boca y uno de los principales empresarios de la República Argentina se le ocurrió que ‘quizá, tal vez, ¿quién sabe?’, Boca y River podían tener su Estadio Único. Sí. Tal cual. Igual que el de La Plata, que recién ahora sirve como Estadio Principal de Gimnasia (únicamente porque su propio estadio está en reparación), pero que durante mucho tiempo se utilizó para recitales, partidos del campeonato Argentino, alguno que otro de Defensores de Cambaceres, pero en general fue como depósito de tierra, pasto y sueños rotos.

Ni Estudiantes ni Gimnasia lo reconocieron alguna vez como propio, jamás de los jamases. No hay ADN que valga. No es de nadie.

Ahora Macri sueña con el ‘Super’ Estadio Único. Aunque sabiendo que hay otro Estadio Único (el de La Plata), se podría considerar que no es ‘tan’ Único. Un Escenario que albergue a las dos máximas potencias del fútbol local. ¿Sus motivos? Mayor comodidad, mayor capacidad, mayor modernidad, y sobretodo, mayor seguridad, para que vuelva la familia a la cancha.

Es difícil de imaginar. En una sociedad poco conciliatoria, donde muchos buscan sacar ventajas, y nadie cede ni un metro, el Tío Mauricio sueña con juntar el agua y el aceite en el mismo recipiente.

Un país donde un hincha apuñala a otro solo por vestir colores diferentes y para demostrar hombría, no va a permitir que entren y salgan por la misma puerta Dios y El Diablo. Lo veo tan difícil. “¡¡Pepe, levantáme la medianera por acá!!”

Explíquenle al hincha de Boca que no existe más la mítica ‘Bombonera’; el estadio que “late como si tuviera corazón”. Explíquenle al hincha de River que aquella construcción ‘Monumental’ va a quedar en el olvido.

Explíquenle a ambos hinchas que abandonen el automóvil de toda la vida y se suban al modelo 2006, con todas las comodidades, pero huérfano de historia, emociones y recuerdos.

Nos quedaríamos sin el Palco lleno de Diegos, Dalmas, Yaninas y quién sabe que famoso quiera estar. También sin la fastidiosa y crítica platea San Martín, que debe tener los asientos más incómodos del fútbol argentino, porque sino no se entiende porque tanto mal humor. En una platea con asientos casi anatómicos no sería lo mismo.

Imaginen ese vestuario ‘Unisex’ con las paredes pintadas, algunas Azul y Oro, otras de Rojo y Blanco.

¿Y los DT que usaban paraguas para adentrarse en su banco de suplentes? Caso el Cabezón, ¿se terminó la era del Paraguas?

¿Veremos alguna vez los nuevos Shoppings? ¿Jumbo Núñez o Showcenter La Boca?

¿Se animan a pensar en eso? Por la cabeza de Mauricio ya se deslizó. Los hinchas desean que sea solo una locura. Una locura ÚNICA.

Supongamos solo por un momento que el proyecto se lleva a cabo. Por simple deducción la cancha no estaría ubicada ni en Núñez ni en La Boca. Tendría que ser un punto neutro no identificable con ninguna de las dos instituciones. Entonces, si así ocurriese, la Asociación Argentina de Barbijeros saldría a cortar las rutas en demanda de subsidios para cubrir la menor venta de barbijos, debido a que ya ningún equipo visitante de Boca tendría motivos de cargada con respecto a los aromas característicos. ¿Y la Agrupación Aviar Argentina (No confundir con la triple A)? ¿No sería chocante perder el máximo ‘Gallinero’ de la república Argentina? Los pollos se agarran la cabeza.

¿Y los turistas extranjeros? ¿Aquellos que viajaban al país para presenciar aquel evento deportivo votado a lo largo y ancho del mundo como el más impactante para los cinco sentidos? Sí. Nada más y nada menos que un Boca-River en La Bombonera. Mauricio estaría Asesinando la Novena Maravilla del Mundo.

Desde mi lugar puedo decir que me resulta difícil de creer. Es La Historia Vs La Modernidad. Sentimientos Vs Seguridad. .Mi hipótesis tiene que ver con cuestiones de Cultura y Folklore antes que lo meramente futbolístico.

Si no hay una Cultura Unificada...¿Puede Haber Estadio Único?

Sergio Simionato

lunes, septiembre 11, 2006

Cuatro de Copas


“Es un 4 de copas”. Pocas frases son tan dolorosas e ilustrativas como ésta. Cuando alguien referencia a otra persona de esa manera, busca reducirla a su mínima expresión. “No pincha ni corta”, dicen. El número 4 es señal de pequeñez, de insignificancia. El 1 es un As, pero el 4 es mucho menor que 1, a pesar de cuadriplicarlo en valor. Bajo esas características, deportivamente hablando, habita un jugador de fútbol. Llamativo este deporte donde el 4 vale lo mismo que el 3.

Algunos lo llaman marcador de punta, otros, lateral. Está acostumbrado a pasar desapercibido, rara vez llama la atención y a muy poca gente le interesa sus deseos e inquietudes. Se lo considera un compañero, ayudante, auxiliar, comúnmente actor de reparto. Rara vez se convierte en protagonista y solo en casos extraños se ‘nace’ marcador de punta. En el resto, se ‘hace’. De pequeños, cuando en la escuelita de fútbol el profesor pregunte: “¿De qué jugás?”, será casi un hecho que ninguno dirá “Marcador de punta”. Muy probablemente llegará a ese puesto por ser un hueco sin rellenar a la hora de conformar los equipitos. Será un diálogo de este tipo:
—¿Vos de que jugás?—preguntara el D.T.
—Yo de delantero/volante/arquero—contestará el pequeño
—No, en ese puesto hay muchos, jugáme de marcador de punta—se cerrará el tema.

Pero, con los años, irá entendiendo que siempre fue SU ‘lugar’ y que ese ‘lugar’ es mucho más agradable y personal que cualquier otro. Por esta razón y por algunas otras, el marcador de punta muere marcando la punta. Hay pocos casos donde alguien abandone esta seguridad y explore nuevos sectores. Si el jugador se mueve por la punta derecha, llevará en la espalda el número 4, si en cambio se mueve por la izquierda, vestirá la casaca con el 3.

Si hasta parece una posición inventada para sacarse de encima a un amigo al que no se quiere herir, pero que puede arruinar el partido. “Jugá por el costado”, o “Correte a un costado” sonarán homófonas. Igual sonido y sobretodo igual significado. Pero a la larga, comprobarán que es un punto estratégico a través del cual se resuelven muchos partidos.

Parece una posición creada para que alguien no estorbe el desarrollo del juego. Lejos de donde está la verdadera acción, lejos de los arcos.

Rara vez, también, será figura del encuentro, principalmente porque su virtud no es destacarse, y además, porque resulta incómodo de apreciar en el campo. No. Sus virtudes son otras. Se destacará por su regularidad. Sus puntajes en los medios gráficos oscilaran entre un 5 y un 6, y solo en casos extraordinarios romperá con esos esquemas. También sobresaldrá por su despliegue, su humilde trajinar, su disciplina, orden táctico (aunque los hay rebeldes) y por su mayor o menor capacidad para sorprender. Su palabra clave y a la vez emblema es SORPRESA. Es técnicamente dotado, incansable, persistente en la marca y si pasa al ataque, desequilibrante.

No todos tienen las mismas características. Los hay férreos en la marca, violentos, criteriosos, hábiles, ofensivos, defensivos. En la medida en que equilibren estas características, mayores ventajas tendrán para desempeñarse.

En cuanto a sus señas particulares, es físicamente pequeño, macizo, veloz, con escaso cabezazo. No obstante, hay marcadores de punta que, aunque no luzcan como imagina el inconsciente colectivo, se mueven como tales.

De tener buen manejo y criterio con el balón se lo apoda ‘Salida’ y es el encargado de iniciar la mayoría de los avances que intente su equipo, luego de un saque de arco. Tiene también los brazos más fuertes-si de jugadores de campo hablamos-de toda la cancha y catapultará cada lateral en ofensiva dentro del área, cual córner o tiro libre. Los laterales, claro, serán exclusividad suya, y nadie cuestionará la propiedad de los mismos. Ya es así tradicionalmente y seguirá siéndolo por los siglos de los siglos. Así como hay ventajas, también hay puntos ‘escabrosos’ en esta posición. Lamentablemente deberán marcar al jugador más veloz, y posiblemente más hábil gambeteador del equipo rival.

Luis Rubio, en su más famoso personaje, Eber Ludueña, ironiza la posición, mostrándose como alter ego de los máximos cracks, mientras viste la casaca número 4. Se mostrará a su manera, un jugador deseoso de rutina, pegado a una línea de cal, que aunque para muchos sea señal de limitaciones o cotas, para el marcador de punta significará ‘seguridad y respaldo’. Mientras que para un creativo, tener la línea cerca coartará sus ideas, para el marcador de punta, será como el cómodo respaldo de su sillón favorito en el living de su casa.

Si de nombres hablamos, habrá marcadores de punta ofensivos, tales como Jorge Martínez (Chicago), Lorgio Álvarez y Vladimir Marín (Independiente), Vella (Ben Hur), Walter Gómez (Almirante Brown), Juan José Serrizuela (Belgrano), Hugo Ibarra (Boca), Núñez (Temperley), Silvio Duarte (Godoy Cruz), entre otros.

También los hay defensivos, como: Javier Gandolfi (Arsenal), Maldini (Milan), Pablo Goberville (Excusionistas), Ariel Seltzer (Argentinos Jrs.).

Lamentablemente hay también ‘peligrosos’, que apuestan a la violencia antes que la marca, inspirados por el ex Boca Enrique Hrabina. Se puede encontrar entre ellos a, Aldo Paredes (Almagro), Ricardo Rojas (Ex River), Raúl Saavedra (San Lorenzo), Lucas Banegas (Comunicaciones).

Hace muy poco se enfrentaron en la final de la Supercopa de Italia, Inter y Roma. Un encuentro donde la Roma vencía por 3-0 y el Inter, en una reacción con sabor a hazaña, lo terminó dando vuelta con un 4-3 final. El choque también tuvo un gran duelo de estilos, si de marcadores de punta hablamos. Por parte del Inter, Zanetti y Grosso, dos de los máximos exponentes del juego ofensivo y por parte de la Roma, Cufré y Panucci, dos grandes marcadores defensivos.

La evolución de los tiempos trajo nuevas estructuras futbolísticas, y junto con ellas llegó la era de “tres en el fondo”. Tres defensores. ¡Solo tres!. Uno deberá sacrificarse. Casi siempre el sacrificado será de su estirpe. Será marcador de punta. Y cada vez que alguno de ellos escuche o lea “línea de tres”, o vea un equipo defendiendo con 3 jugadores, se sentirá traicionado. Una daga se le hundirá en el pecho, buscando su corazón. No podrá evitar que se le caiga una lágrima. Se sentirá desalojados, usurpado, y mirará con nostalgia aquel rincón desocupado del campo, que hasta hace un tiempo era su hábitat natural. Se preguntará “¿Qué mal le hicimos al fútbol, para que nos expropien así de nuestro lugar?”.

Cada vez que un “centro de la muerte” sea ejecutado, sabremos que ha caído en batalla un marcador de punta. Eso es responsabilidad suya. Se acostumbrará a jugar muy cerca del alambrado y aprenderá a estar acompañado por hinchas, tanto propios como rivales. Los insultos para él, serán individualizados. Con nombre y apellido. Si algún novato en la lectura del fútbol es invitado a detectar a estos personajes analizados, bastará con ver cuales de ellos tienen mas barro y pasto en la indumentaria. “Cuanto más sucio esté, más marcador de punta se sentirá” . Vivirá a la sombra de dos brasileños, y cada vez que se le ocurra realizar alguna exquisitez con el balón, escuchará: “¿Qué haces, Roberto Carlos?”, si es zurdo y “Fenómeno, Cafú”, en el caso de ser diestro.

Tirarse al piso será una adicción a la que pocos podrán resistirse. Algunos lo usarán como herramienta de trabajo, otros como campaña de marketing. Estos últimos elegirán “barrer”, cada vez que la pelota se aproxime al sector donde se ubique su parcialidad. Inmediatamente se oirán aplausos; si tiene personalidad, seguirá jugando como lo hizo siempre, sino, morirá complaciendo a una tribuna enceguecida por su capacidad actoral. Esta especie adicta será denominada “vende humo”.

Finalmente, en su fuero más íntimo, sabrá que más allá de no cotizar como un volante creativo o un delantero, de no recibir altas calificaciones, todo equipo necesitará de su presencia, y que sin sus servicios, difícilmente se alcance el éxito.
Escucharán...”Un marcador de punta no te gana un partido” , pero al fin y al cabo,
¡¡Cuántas ‘Falta Envido’ se han ganado con 24!!

(He esteriotipado este puesto para poder analizarlo. No incluye la totalidad de las opciones)

Sergio Simionato