Llora el fútbol
Por estos días, nuestro fútbol transita momentos de definición. Se acerca el final del torneo y la pelea por ser el campeón lleva a buscar y resaltar posibles disparidades entre los aspirantes. Uno de los puntos más objetados por éstos, tal como sucede campeonato tras campeonato, es la labor de los árbitros. Hemos presenciado el pasado fin de semana el pico más alto de una protesta que viene creciendo fecha tras fecha: “algunos equipos son beneficiados, mientras que otros son perseguidos y los principales responsables son los jueces de cada encuentro”.
Un ejemplo de esta actitud fue lo que dejó el partido del sábado pasado entre Vélez y Estudiantes, en el cual varios integrantes del equipo de La Plata denunciaron ante la prensa que fueron perjudicados por los fallos del árbitro del encuentro Rafael Furchi. Principalmente señalaron una persecución hacia su capitán, Juan Sebastián Verón quien fue expulsado, tras varias fechas en las cuales se había “salvado” de recibir esta sanción, lo cual fue magnificado anteriormente por los medios. Deteniéndonos en este caso puntual, ¿Fue justa la expulsión a Verón? Según mi opinión sí, debido a que había cometido dos infracciones merecedoras de tarjeta amarilla (sumadas a varias acumuladas) pero, más allá de que algunos la consideren excesiva ¿Es tan discutible el tema? ¿No es exagerar la cuestión? ¿Qué opinaron aquellos que se quejaron, del claro penal no cobrado de Calderón a Mauro Zárate en el segundo tiempo?
La lista de ejemplos se podría estirar hasta el hartazgo, incluso Juan Manuel Llop, director técnico de Godoy Cruz, amagó con renunciar manifestándose harto de que perjudiquen a su equipo fecha tras fecha.
Es claro que muchas veces los árbitros no miden con el mismo criterio a equipos poderosos que a equipos de menor peso. Sin embargo, la mayor parte de las ocasiones las quejas pretenden tapar ciertas limitaciones propias.
Cual es el resultado al que se llega en está vorágine: Como la protesta mediática sobre partidos anteriores en los que no fue expulsado, finalmente terminó influyendo en el caso Verón, muchos protagonistas dedujeron que: “siempre hay que hablar, nunca hay que callarse, sino te pasan por arriba”. Frase funesta, que resulta en un aporte más al ya mediocre fútbol local. Ciertamente, con árbitros, salvo excepciones, de escasas cualidades, pero con protagonistas que no superan ese nivel. Conformando un torneo en el cual ya parece más importante acaparar los medios con fuertes declaraciones que preocuparse por mejorar el espectáculo que realmente le interesa a la gente, el que se brinda dentro del campo de juego.
Diego Fioravanti
Un ejemplo de esta actitud fue lo que dejó el partido del sábado pasado entre Vélez y Estudiantes, en el cual varios integrantes del equipo de La Plata denunciaron ante la prensa que fueron perjudicados por los fallos del árbitro del encuentro Rafael Furchi. Principalmente señalaron una persecución hacia su capitán, Juan Sebastián Verón quien fue expulsado, tras varias fechas en las cuales se había “salvado” de recibir esta sanción, lo cual fue magnificado anteriormente por los medios. Deteniéndonos en este caso puntual, ¿Fue justa la expulsión a Verón? Según mi opinión sí, debido a que había cometido dos infracciones merecedoras de tarjeta amarilla (sumadas a varias acumuladas) pero, más allá de que algunos la consideren excesiva ¿Es tan discutible el tema? ¿No es exagerar la cuestión? ¿Qué opinaron aquellos que se quejaron, del claro penal no cobrado de Calderón a Mauro Zárate en el segundo tiempo?
La lista de ejemplos se podría estirar hasta el hartazgo, incluso Juan Manuel Llop, director técnico de Godoy Cruz, amagó con renunciar manifestándose harto de que perjudiquen a su equipo fecha tras fecha.
Es claro que muchas veces los árbitros no miden con el mismo criterio a equipos poderosos que a equipos de menor peso. Sin embargo, la mayor parte de las ocasiones las quejas pretenden tapar ciertas limitaciones propias.
Cual es el resultado al que se llega en está vorágine: Como la protesta mediática sobre partidos anteriores en los que no fue expulsado, finalmente terminó influyendo en el caso Verón, muchos protagonistas dedujeron que: “siempre hay que hablar, nunca hay que callarse, sino te pasan por arriba”. Frase funesta, que resulta en un aporte más al ya mediocre fútbol local. Ciertamente, con árbitros, salvo excepciones, de escasas cualidades, pero con protagonistas que no superan ese nivel. Conformando un torneo en el cual ya parece más importante acaparar los medios con fuertes declaraciones que preocuparse por mejorar el espectáculo que realmente le interesa a la gente, el que se brinda dentro del campo de juego.
Diego Fioravanti
1 Comments:
Coincido en varias cosas con vos Diego pero no lo aislemos del entorno. Es un tema que da para hablar.
Faltaria aclarar que el futbol es un reflejo de la sociedad argentina donde hasta cuando se juntan a jugar entre amigos se vive reclamando hasta lo que nunca existio, intentando sacar ventaja.
Y ni hablar de la gente en la calle, cuando por ejemplo se pasa un semaforo en rojo y se lo detiene y confecciona una multa siempre se escuchan frases como "a mi me haces la multa y aquel tambien paso en rojo?" o pidiendole a la policia papeles que muestre los papeles de la patrulla para ver si estan al dia.
Al final, nunca nadie hizo nada. Nadie merece pena. Nadie puede ser castigado.
La unica solucion es aceptar cuando uno comete un error, mas alla de si los demas son castigados o no.
O se terminan los ventajeros o vamos a terminar con la ley de la selva y que cada uno se defienda solo.
Sergio.
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