Cuatro de Copas
“Es un 4 de copas”. Pocas frases son tan dolorosas e ilustrativas como ésta. Cuando alguien referencia a otra persona de esa manera, busca reducirla a su mínima expresión. “No pincha ni corta”, dicen. El número 4 es señal de pequeñez, de insignificancia. El 1 es un As, pero el 4 es mucho menor que 1, a pesar de cuadriplicarlo en valor. Bajo esas características, deportivamente hablando, habita un jugador de fútbol. Llamativo este deporte donde el 4 vale lo mismo que el 3.
Algunos lo llaman marcador de punta, otros, lateral. Está acostumbrado a pasar desapercibido, rara vez llama la atención y a muy poca gente le interesa sus deseos e inquietudes. Se lo considera un compañero, ayudante, auxiliar, comúnmente actor de reparto. Rara vez se convierte en protagonista y solo en casos extraños se ‘nace’ marcador de punta. En el resto, se ‘hace’. De pequeños, cuando en la escuelita de fútbol el profesor pregunte: “¿De qué jugás?”, será casi un hecho que ninguno dirá “Marcador de punta”. Muy probablemente llegará a ese puesto por ser un hueco sin rellenar a la hora de conformar los equipitos. Será un diálogo de este tipo:
—¿Vos de que jugás?—preguntara el D.T.
—Yo de delantero/volante/arquero—contestará el pequeño
—No, en ese puesto hay muchos, jugáme de marcador de punta—se cerrará el tema.
Pero, con los años, irá entendiendo que siempre fue SU ‘lugar’ y que ese ‘lugar’ es mucho más agradable y personal que cualquier otro. Por esta razón y por algunas otras, el marcador de punta muere marcando la punta. Hay pocos casos donde alguien abandone esta seguridad y explore nuevos sectores. Si el jugador se mueve por la punta derecha, llevará en la espalda el número 4, si en cambio se mueve por la izquierda, vestirá la casaca con el 3.
Si hasta parece una posición inventada para sacarse de encima a un amigo al que no se quiere herir, pero que puede arruinar el partido. “Jugá por el costado”, o “Correte a un costado” sonarán homófonas. Igual sonido y sobretodo igual significado. Pero a la larga, comprobarán que es un punto estratégico a través del cual se resuelven muchos partidos.
Parece una posición creada para que alguien no estorbe el desarrollo del juego. Lejos de donde está la verdadera acción, lejos de los arcos.
Rara vez, también, será figura del encuentro, principalmente porque su virtud no es destacarse, y además, porque resulta incómodo de apreciar en el campo. No. Sus virtudes son otras. Se destacará por su regularidad. Sus puntajes en los medios gráficos oscilaran entre un 5 y un 6, y solo en casos extraordinarios romperá con esos esquemas. También sobresaldrá por su despliegue, su humilde trajinar, su disciplina, orden táctico (aunque los hay rebeldes) y por su mayor o menor capacidad para sorprender. Su palabra clave y a la vez emblema es SORPRESA. Es técnicamente dotado, incansable, persistente en la marca y si pasa al ataque, desequilibrante.
No todos tienen las mismas características. Los hay férreos en la marca, violentos, criteriosos, hábiles, ofensivos, defensivos. En la medida en que equilibren estas características, mayores ventajas tendrán para desempeñarse.
En cuanto a sus señas particulares, es físicamente pequeño, macizo, veloz, con escaso cabezazo. No obstante, hay marcadores de punta que, aunque no luzcan como imagina el inconsciente colectivo, se mueven como tales.
De tener buen manejo y criterio con el balón se lo apoda ‘Salida’ y es el encargado de iniciar la mayoría de los avances que intente su equipo, luego de un saque de arco. Tiene también los brazos más fuertes-si de jugadores de campo hablamos-de toda la cancha y catapultará cada lateral en ofensiva dentro del área, cual córner o tiro libre. Los laterales, claro, serán exclusividad suya, y nadie cuestionará la propiedad de los mismos. Ya es así tradicionalmente y seguirá siéndolo por los siglos de los siglos. Así como hay ventajas, también hay puntos ‘escabrosos’ en esta posición. Lamentablemente deberán marcar al jugador más veloz, y posiblemente más hábil gambeteador del equipo rival.
Luis Rubio, en su más famoso personaje, Eber Ludueña, ironiza la posición, mostrándose como alter ego de los máximos cracks, mientras viste la casaca número 4. Se mostrará a su manera, un jugador deseoso de rutina, pegado a una línea de cal, que aunque para muchos sea señal de limitaciones o cotas, para el marcador de punta significará ‘seguridad y respaldo’. Mientras que para un creativo, tener la línea cerca coartará sus ideas, para el marcador de punta, será como el cómodo respaldo de su sillón favorito en el living de su casa.
Si de nombres hablamos, habrá marcadores de punta ofensivos, tales como Jorge Martínez (Chicago), Lorgio Álvarez y Vladimir Marín (Independiente), Vella (Ben Hur), Walter Gómez (Almirante Brown), Juan José Serrizuela (Belgrano), Hugo Ibarra (Boca), Núñez (Temperley), Silvio Duarte (Godoy Cruz), entre otros.
También los hay defensivos, como: Javier Gandolfi (Arsenal), Maldini (Milan), Pablo Goberville (Excusionistas), Ariel Seltzer (Argentinos Jrs.).
Lamentablemente hay también ‘peligrosos’, que apuestan a la violencia antes que la marca, inspirados por el ex Boca Enrique Hrabina. Se puede encontrar entre ellos a, Aldo Paredes (Almagro), Ricardo Rojas (Ex River), Raúl Saavedra (San Lorenzo), Lucas Banegas (Comunicaciones).
Hace muy poco se enfrentaron en la final de la Supercopa de Italia, Inter y Roma. Un encuentro donde la Roma vencía por 3-0 y el Inter, en una reacción con sabor a hazaña, lo terminó dando vuelta con un 4-3 final. El choque también tuvo un gran duelo de estilos, si de marcadores de punta hablamos. Por parte del Inter, Zanetti y Grosso, dos de los máximos exponentes del juego ofensivo y por parte de la Roma, Cufré y Panucci, dos grandes marcadores defensivos.
La evolución de los tiempos trajo nuevas estructuras futbolísticas, y junto con ellas llegó la era de “tres en el fondo”. Tres defensores. ¡Solo tres!. Uno deberá sacrificarse. Casi siempre el sacrificado será de su estirpe. Será marcador de punta. Y cada vez que alguno de ellos escuche o lea “línea de tres”, o vea un equipo defendiendo con 3 jugadores, se sentirá traicionado. Una daga se le hundirá en el pecho, buscando su corazón. No podrá evitar que se le caiga una lágrima. Se sentirá desalojados, usurpado, y mirará con nostalgia aquel rincón desocupado del campo, que hasta hace un tiempo era su hábitat natural. Se preguntará “¿Qué mal le hicimos al fútbol, para que nos expropien así de nuestro lugar?”.
Cada vez que un “centro de la muerte” sea ejecutado, sabremos que ha caído en batalla un marcador de punta. Eso es responsabilidad suya. Se acostumbrará a jugar muy cerca del alambrado y aprenderá a estar acompañado por hinchas, tanto propios como rivales. Los insultos para él, serán individualizados. Con nombre y apellido. Si algún novato en la lectura del fútbol es invitado a detectar a estos personajes analizados, bastará con ver cuales de ellos tienen mas barro y pasto en la indumentaria. “Cuanto más sucio esté, más marcador de punta se sentirá” . Vivirá a la sombra de dos brasileños, y cada vez que se le ocurra realizar alguna exquisitez con el balón, escuchará: “¿Qué haces, Roberto Carlos?”, si es zurdo y “Fenómeno, Cafú”, en el caso de ser diestro.
Tirarse al piso será una adicción a la que pocos podrán resistirse. Algunos lo usarán como herramienta de trabajo, otros como campaña de marketing. Estos últimos elegirán “barrer”, cada vez que la pelota se aproxime al sector donde se ubique su parcialidad. Inmediatamente se oirán aplausos; si tiene personalidad, seguirá jugando como lo hizo siempre, sino, morirá complaciendo a una tribuna enceguecida por su capacidad actoral. Esta especie adicta será denominada “vende humo”.
Finalmente, en su fuero más íntimo, sabrá que más allá de no cotizar como un volante creativo o un delantero, de no recibir altas calificaciones, todo equipo necesitará de su presencia, y que sin sus servicios, difícilmente se alcance el éxito.
Escucharán...”Un marcador de punta no te gana un partido” , pero al fin y al cabo,
¡¡Cuántas ‘Falta Envido’ se han ganado con 24!!
(He esteriotipado este puesto para poder analizarlo. No incluye la totalidad de las opciones)
Algunos lo llaman marcador de punta, otros, lateral. Está acostumbrado a pasar desapercibido, rara vez llama la atención y a muy poca gente le interesa sus deseos e inquietudes. Se lo considera un compañero, ayudante, auxiliar, comúnmente actor de reparto. Rara vez se convierte en protagonista y solo en casos extraños se ‘nace’ marcador de punta. En el resto, se ‘hace’. De pequeños, cuando en la escuelita de fútbol el profesor pregunte: “¿De qué jugás?”, será casi un hecho que ninguno dirá “Marcador de punta”. Muy probablemente llegará a ese puesto por ser un hueco sin rellenar a la hora de conformar los equipitos. Será un diálogo de este tipo:
—¿Vos de que jugás?—preguntara el D.T.
—Yo de delantero/volante/arquero—contestará el pequeño
—No, en ese puesto hay muchos, jugáme de marcador de punta—se cerrará el tema.
Pero, con los años, irá entendiendo que siempre fue SU ‘lugar’ y que ese ‘lugar’ es mucho más agradable y personal que cualquier otro. Por esta razón y por algunas otras, el marcador de punta muere marcando la punta. Hay pocos casos donde alguien abandone esta seguridad y explore nuevos sectores. Si el jugador se mueve por la punta derecha, llevará en la espalda el número 4, si en cambio se mueve por la izquierda, vestirá la casaca con el 3.
Si hasta parece una posición inventada para sacarse de encima a un amigo al que no se quiere herir, pero que puede arruinar el partido. “Jugá por el costado”, o “Correte a un costado” sonarán homófonas. Igual sonido y sobretodo igual significado. Pero a la larga, comprobarán que es un punto estratégico a través del cual se resuelven muchos partidos.
Parece una posición creada para que alguien no estorbe el desarrollo del juego. Lejos de donde está la verdadera acción, lejos de los arcos.
Rara vez, también, será figura del encuentro, principalmente porque su virtud no es destacarse, y además, porque resulta incómodo de apreciar en el campo. No. Sus virtudes son otras. Se destacará por su regularidad. Sus puntajes en los medios gráficos oscilaran entre un 5 y un 6, y solo en casos extraordinarios romperá con esos esquemas. También sobresaldrá por su despliegue, su humilde trajinar, su disciplina, orden táctico (aunque los hay rebeldes) y por su mayor o menor capacidad para sorprender. Su palabra clave y a la vez emblema es SORPRESA. Es técnicamente dotado, incansable, persistente en la marca y si pasa al ataque, desequilibrante.
No todos tienen las mismas características. Los hay férreos en la marca, violentos, criteriosos, hábiles, ofensivos, defensivos. En la medida en que equilibren estas características, mayores ventajas tendrán para desempeñarse.
En cuanto a sus señas particulares, es físicamente pequeño, macizo, veloz, con escaso cabezazo. No obstante, hay marcadores de punta que, aunque no luzcan como imagina el inconsciente colectivo, se mueven como tales.
De tener buen manejo y criterio con el balón se lo apoda ‘Salida’ y es el encargado de iniciar la mayoría de los avances que intente su equipo, luego de un saque de arco. Tiene también los brazos más fuertes-si de jugadores de campo hablamos-de toda la cancha y catapultará cada lateral en ofensiva dentro del área, cual córner o tiro libre. Los laterales, claro, serán exclusividad suya, y nadie cuestionará la propiedad de los mismos. Ya es así tradicionalmente y seguirá siéndolo por los siglos de los siglos. Así como hay ventajas, también hay puntos ‘escabrosos’ en esta posición. Lamentablemente deberán marcar al jugador más veloz, y posiblemente más hábil gambeteador del equipo rival.
Luis Rubio, en su más famoso personaje, Eber Ludueña, ironiza la posición, mostrándose como alter ego de los máximos cracks, mientras viste la casaca número 4. Se mostrará a su manera, un jugador deseoso de rutina, pegado a una línea de cal, que aunque para muchos sea señal de limitaciones o cotas, para el marcador de punta significará ‘seguridad y respaldo’. Mientras que para un creativo, tener la línea cerca coartará sus ideas, para el marcador de punta, será como el cómodo respaldo de su sillón favorito en el living de su casa.
Si de nombres hablamos, habrá marcadores de punta ofensivos, tales como Jorge Martínez (Chicago), Lorgio Álvarez y Vladimir Marín (Independiente), Vella (Ben Hur), Walter Gómez (Almirante Brown), Juan José Serrizuela (Belgrano), Hugo Ibarra (Boca), Núñez (Temperley), Silvio Duarte (Godoy Cruz), entre otros.
También los hay defensivos, como: Javier Gandolfi (Arsenal), Maldini (Milan), Pablo Goberville (Excusionistas), Ariel Seltzer (Argentinos Jrs.).
Lamentablemente hay también ‘peligrosos’, que apuestan a la violencia antes que la marca, inspirados por el ex Boca Enrique Hrabina. Se puede encontrar entre ellos a, Aldo Paredes (Almagro), Ricardo Rojas (Ex River), Raúl Saavedra (San Lorenzo), Lucas Banegas (Comunicaciones).
Hace muy poco se enfrentaron en la final de la Supercopa de Italia, Inter y Roma. Un encuentro donde la Roma vencía por 3-0 y el Inter, en una reacción con sabor a hazaña, lo terminó dando vuelta con un 4-3 final. El choque también tuvo un gran duelo de estilos, si de marcadores de punta hablamos. Por parte del Inter, Zanetti y Grosso, dos de los máximos exponentes del juego ofensivo y por parte de la Roma, Cufré y Panucci, dos grandes marcadores defensivos.
La evolución de los tiempos trajo nuevas estructuras futbolísticas, y junto con ellas llegó la era de “tres en el fondo”. Tres defensores. ¡Solo tres!. Uno deberá sacrificarse. Casi siempre el sacrificado será de su estirpe. Será marcador de punta. Y cada vez que alguno de ellos escuche o lea “línea de tres”, o vea un equipo defendiendo con 3 jugadores, se sentirá traicionado. Una daga se le hundirá en el pecho, buscando su corazón. No podrá evitar que se le caiga una lágrima. Se sentirá desalojados, usurpado, y mirará con nostalgia aquel rincón desocupado del campo, que hasta hace un tiempo era su hábitat natural. Se preguntará “¿Qué mal le hicimos al fútbol, para que nos expropien así de nuestro lugar?”.
Cada vez que un “centro de la muerte” sea ejecutado, sabremos que ha caído en batalla un marcador de punta. Eso es responsabilidad suya. Se acostumbrará a jugar muy cerca del alambrado y aprenderá a estar acompañado por hinchas, tanto propios como rivales. Los insultos para él, serán individualizados. Con nombre y apellido. Si algún novato en la lectura del fútbol es invitado a detectar a estos personajes analizados, bastará con ver cuales de ellos tienen mas barro y pasto en la indumentaria. “Cuanto más sucio esté, más marcador de punta se sentirá” . Vivirá a la sombra de dos brasileños, y cada vez que se le ocurra realizar alguna exquisitez con el balón, escuchará: “¿Qué haces, Roberto Carlos?”, si es zurdo y “Fenómeno, Cafú”, en el caso de ser diestro.
Tirarse al piso será una adicción a la que pocos podrán resistirse. Algunos lo usarán como herramienta de trabajo, otros como campaña de marketing. Estos últimos elegirán “barrer”, cada vez que la pelota se aproxime al sector donde se ubique su parcialidad. Inmediatamente se oirán aplausos; si tiene personalidad, seguirá jugando como lo hizo siempre, sino, morirá complaciendo a una tribuna enceguecida por su capacidad actoral. Esta especie adicta será denominada “vende humo”.
Finalmente, en su fuero más íntimo, sabrá que más allá de no cotizar como un volante creativo o un delantero, de no recibir altas calificaciones, todo equipo necesitará de su presencia, y que sin sus servicios, difícilmente se alcance el éxito.
Escucharán...”Un marcador de punta no te gana un partido” , pero al fin y al cabo,
¡¡Cuántas ‘Falta Envido’ se han ganado con 24!!
(He esteriotipado este puesto para poder analizarlo. No incluye la totalidad de las opciones)
Sergio Simionato
1 Comments:
Excelente !!!!!
Aunque debo decir que me identifico con ese perfil psicopata, es verdad que existen de todo tipo.
A proposito, entre los paceres de los centros, barrer y jugar para la tribuna, también está el grito de 'SALIMOOOOOOOSSS'. jajaja
Felicitaciones !!!!
Martin (3 de copas)
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