lunes, noviembre 13, 2006

Pan y Queso Mundial


...Imagina que no hay países, no es difícil hacerlo...” Así, John Lennon se anticipaba, sin quererlo, a una realidad mundial.
Una realidad que es cada vez más frecuente. Un nuevo capítulo se escribe con Gonzalo “Pipita” Higuain. El tema del momento es que lo busca la “Bleu”, mejor conocida como la selección Francesa.

Esto es moneda corriente en estos tiempos. Atrás quedaron los mundiales donde cada uno jugaba en el país en que veía la primera luz. Antes, si nacías en Villa el Quirquincho, en algún pueblito perdido de la Argentina, tu sueño era llegar a la selección del pueblo y si se podía, la Argentina. Ahora podes pegar un salto de Deportivo Pampa Húmeda a la selección de Ukrania en días. Ahora el mundo de las Selecciones es un gran mercado de pases donde se manejan importantes transferencias y todo es posible. En medio de una increíble sopa de jugadores nos podemos sorprender con un brasileño jugando en Japón (Santos), un inglés jugando para Trinidad y Tobago (Birchall), otro brasileño ‘estrella’ en Portugal (Deco), un nacido en Brasil, de padre alemán, madre panameña que tiene tres nacionalidades (Kevin Kuranyi), un australiano en Samoa (Cahill), un egipcio en Suecia (Shaaban), un suizo en Alemania (Neuville), argentinos en Paraguay (Acuña), en México (Franco), en Italia (Camoranesi), en EEUU (Mastroeni), en España (Pernía), el goleador de la selección alemana es polaco (Klose) y el ‘collage’ alcanza su punto más alto con el ghanés “alemán” (Asamoah) y un nigeriano “polaco” (Olisadebe). Antes del Mundial en Alemania, Bilos fue tentado por Croacia y el colombiano Navarro Montoya luchó toda su vida por vestir la ‘celeste y blanca’.
Ya no importa donde se nace. Con tener abuelos, padres, tíos, vecinos o mascotas de otras nacionalidades alcanza para poder calzarse la camiseta de un país que en algunos de los casos jamás se visitó. Solo hace falta decir que SÍ, aprenderse el himno en tiempo récord y probarse el talle de la camiseta. No parecen naciones, sino equipos de un torneo local. No existen más las fronteras, ya no más países, no más identificaciones, ni legado.
Enrique Otto Chang, “Turco” para los amigos, decidió cambiarse de nombre cuando se dio cuenta que era su última oportunidad de jugar un Mundial. “Nací en Bernal, viví en Isidro Casanova, mi viejo es hijo de húngaros, mi vieja es colombiana, mi mujer es brasileña, mi perro es un Ovejero ‘Alemán”, mis hijos van a colegio Suizo, hace unos años me fui de viaje a Egipto, tengo un plasma japonés y en enero me surgió una posibilidad de jugar en un club de la segunda división de Uruguay”. Enrique dice que es “para tener mayor amplitud de naciones a elegir”. “Igualmente, hasta después de las eliminatorias para el Mundial del 2010 no acepto jugar para ningún país”. “La idea es ver las selecciones que clasifican y recién ahí tomar mi decisión final”
Imaginen que no hay países. Solo equipos que los representan.
...Puedes decir que soy un soñador...pero no soy el único...

Sergio Simionato.